Si en el llorar de la luna,
la montaña pronuncia tu nombre,
no me dejes
que en el frio de la tierra
traigo desnuda la angustia
de sentirme olvidada.
Dejo mis huellas rojas
en la mustia sangre,
para que tu mirada yerma
me encuentre en los rostros
de los espiritus.
Y si encontrás entre mis huesos
el árido amor
el amor desierto
el desierto,
saltá las pircas,
caminá
que invisible pero intenso
el horizonte aparece
cuando el sol despierte,
y despierta al fin
en la fragilidad del viento.